Hay latas que tienen alma. Poseen una forma silenciosa de mirar y de sonreír. Esconden muchas cosas: fulares, bisutería, las llaves de la casa, los ahorros para un gran regalo, el pasaporte para un viaje, cartas de amor o cartas del banco. Y por supuesto, las galletas del desayuno. Pero ¿qué importa lo que guardan? Lo importante es que lo guardan de la forma más bonita que puedas imaginar. ¿Te vas a resistir?